La Medicina no es una ciencia exacta y hay que tener vocación y valer para ejercerla, no es un puesto de trabajo más, un empleo más.
La Medicina hay que vivirla y para su ejercicio se ha de tener, un “ojo clínico” especial, porque de ese “ojo clínico” dependen las condiciones de vida y la propia vida de muchos pacientes.
Es demasiado usual ver a los Médicos internos o residentes (que no Doctores, aunque ese título figure en su vestimenta profesional) recibir a enfermos en los servicios de urgencia de los hospitales, diagnosticando patologías sin haber efectuado una historia clínica completa del enfermo, ni haberlo estudiado y auscultado de forma exhaustiva, con las consecuencias trágicas que de ello se derivan frecuentemente: La Licenciatura en Medicina no conlleva, el Título de Doctor, Título que el Licenciado tiene que estudiar y aprobar para obtenerlo. Esa titulación indebida de “Dr.”, en la mayoría de los Médicos, es irregularidad académica, que contiene una falsedad y lleva al engaño a los pacientes.
Ese estudio incompleto y “fugaz” del enfermo puede estar incluido en el Código Penal, así como la ostentación del título de “Dr.” , sin serlo.
Ese “ojo clínico“ es exigible a todo Médico, que solo observa en el enfermo lo aparente, pero casi nunca profundiza en aquello posible, pero que no lo ve.
Y aquí es donde entra el transtorno psicosomático, situación clínica con síntomas físicos, que tienen su origen o sufren un agravamiento, en factores mentales o emocionales.
Al llegar un paciente a los servicios de urgencias, o en su ingreso hospitalario, su sintomatología, tras la correspondiente exploración física y analítica, puede no corresponder a patología alguna evidente, o bien, sus síntomas físicos se ven agravados sin justificación orgánica alguna.
El Dr. Marañón siempre insistió en la imprescindibilidad de una historia clínica completa y exhaustiva y si en esa historia clínica pueden haber datos que puedan corresponder a determinados parámetros de la sintomatología del paciente, lejos de “despachar al enfermo” con un diagnóstico erróneo, el Médico ha de tratar de averiguar qué otras patologías o incidencias pueden ser la causa o el origen de las dolencias del enfermo, o de su agravación.
El estado mental o emocional de una persona, sus condiciones de vida, sus particularidades íntimas, etc., pueden hacer obtener un diagnóstico no aparente en las exploraciones y analíticas comunes y, sin embargo, ser las causas de la sintomatología inexplicable del enfermo.
Las erupciones cutáneas, pueden tener su origen o ser agravadas, por un estrés o el estado de ansiedad del enfermo; la hipertensión es una condición psicosomática común, en la que el estrés o la ansiedad, aumentan la presión arterial. ( Profesor, Dr, Roff Carballo, Neurólogo, introductor del Psicoanálisis en España). Las enfermedades cardíacas y la diabetes pueden verse afectadas por afecciones mentales, personales, sentimentales o condiciones de vida.
A su vez, los transtornos psicosomáticos son el origen o la causa de agravamiento del sistema respiratorio, gastrointestinal, nervioso o cardiovascular, pudiendo influir en la calidad de vida de una persona, y en cada una de estas situaciones los tratamientos han de ser distintos.
Aparecen molestias físicas con origen en factores psicológicos, psiquiátricos o estados emocionales. ( Dr. Pintor Pérez y José Bueno.). Las migrañas, la anorexia, entre otros muchos, son ejemplos de ello.
A estos efectos existen diferentes terapias psicológicas o psiquiátricas entre las que se encuentra la terapia cognitiva conductual, que proporcionan al paciente habilidades para hacer frente a los síntomas psicosomáticos y estos síntomas psicosomáticos, debe saber descubrirlos y valorarlos el Médico que explora al enfermo.
Ya es hora de que la Psiquiatría deje de tener esa fama peyorativa con la que la sociedad la envuelve y con la que perjudica a tantos enfermos, cuyos síntomas no responden ni a la exploración, ni a la analítica practicadas, ni a los tratamientos aplicados.