semana santa

El Domingo de Ramos, con la entrada de Jesús en Jerusalén inicia la Cristiandad su Semana Santa para conmemorar la Pasión, Crucifixión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios.

La Semana Santa es el punto culminante del año litúrgico de la Iglesia Cristiana.

Los inicios de la Semana Santa cristiana forman parte de la Pascua Judía, ya que el Calvario de Jesucristo tuvo lugar en esa semana. Desde entonces los judíos que siguieron a Cristo vienen honrando el día de su Crucifixión. Ello no obstante, y según la tradición judía, este día de la Resurrección tiene su origen en 1.513 a.C. cuando el pueblo Judío emprendió su éxodo desde Egipto a la Tierra prometida.

La Pascua o Domingo de Resurrección es el hecho del que depende la fe Cristiana. Así lo manifiesta Pablo de Tarso que fue un líder judío hostil a los cristianos y que se convirtió al Cristianisno tras su encuentro con Jesús de Nazaret en el Camino a Damasco. Cayendo del caballo quedó ciego y Amanías, tras imponerle las manos en nombre de Jesús, le devolvió la vista y pidió ser bautizado.

Como testigo ocular de Cristo, Pablo manifiesta que Cristo, Hijo de Dios, su Resurrección, está basada en la fe. Es la fuerza de la Fe la que mueve a la Cristiandad.

En este sentido, el Triduo Pascual son las conmemoraciones correspondientes a la Pasión, Crucifixión y Muerte de Jesucristo, Tridium del que ya hablaba San Ambrosio en el S.IV.

La naciente Iglesia Cristina, ante el deslumbrante hecho histórico de la Pasión y Muerte de Jesucristo, decidió conmemorar en su liturgia este acontecimiento. Por ello desde sus inicios la cristiandad vive sus momentos culminantes en la Pascua del Señor como parte de la Pascua Judía.

Y ya en el S. II la Iglesia comenzó a reservar un Domingo de cada año para el recuerdo de la Crucifixión y Resurrección de Cristo, hijo de Dios.

Cada día de esta semana litúrgica tiene su simbolismo, iniciándose el Miércoles en el que Judas Iscariote se reúne con el Sanedrín para entregar a Jesús, continúa el Jueves Santo con la conmemoración de la institución de la Eucaristía, el Viernes con el recuerdo de la Pasión y Muerte de Jesús en la Cruz, y culminando el sábado con la meditación de los cristianos durante el entierro de Jesús en el sepulcro de José de Arimatea y, finalmente, con la Gloria de la Resurrección.

Conociéndose sus orígenes por las propias Escrituras, por el Antiguo y Nuevo Testamento, los evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan ofrecen sus propios testimonios de estos hechos litúrgicos.

Dicho todo lo anterior, la libertad de expresión tiene sus límites y esos límites están en no atacar y atentar contra la dignidad del otro y ese otro, en este caso, son los cristianos.

No existe libertad para la mentira, ni para atentar contra el derecho a la libertad religiosa, por lo que no cabe la ridiculización que, al no encontrar una respuesta violenta por parte de los cristianos, los autores de estos insultos, ofensas y difamaciones se envalentonan contra los símbolos de una confesión religiosa, la cristiana, que solo utiliza el silencio y, en su caso, la condena verbal, contra esos ataques.

Los autores de estas ofensas y difamaciones conocen esa falta de respuesta violenta por parte de los cristianos, contra sus ofensas a su religión y por esa razón son los cristianos y sus símbolos, sus “objetivos preferidos“ en su actuar difamatorio.

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