Diario pandémico. 10 de febrero de 2021

Querido diario,

Te pido disculpas por no haberte escrito ayer, cariño, que te he abandonado y ahora tengo una culpa que no puedo más. Pero es que me he puesto medio melancólica, verás. Tú no te imaginas lo que yo ando extrañando salir de farra, ir a por unas cañitas con amigas, ponerme un poco piripi y hasta ligar con algún vejete que me pretenda. A veces sueño con eso, tío, no te jode. Sueños vívidos, de esos que te hacen amanecer sudada de tanta parranda onírica.

Entenderás entonces mi disgusto al enterarme de esto que voy a contarte. Vete a saber a quién se le ha ocurrido, pero, aunque no lo creas, el sábado se ha celebrado una boda multitudinaria en el Casino de Madrid. ¡Sí! Si ya sé que tú estás igual que yo, que se me va la olla. ¿Es que la gente está pirada?

Lee bien esto: una celebración más pija que no se qué, con la Betty Ungría, pariente de la familia real búlgara, y Jaime Navarro, ex canterano del Real Madrid, como protagonistas absolutos. Vale, pues no. Que a veces los protagonistas lo son más por su ausencia que por su presencia. ¿Y a que no sabes tú qué es lo que más faltaba en esa fiesta? Sí, señor. Las mascarillas. Ni una. Sólo los pobres camareros fueron confinados a utilizarlas, que se paseaban por entre los invitados esquivando alientos pa no pillarse el bicho. Los invitados, o se las han dejado al vallet parking, o no sé, pero todos a cara descubierta ahí dentro. Porque sí, hombre, que ni siquiera se les ha ocurrido hacerlo a cielo abierto, cuestión que se ventile un poco el tufillo.

Tú ves el vídeo y las fotografías que los mismísimos asistentes a la boda han publicado en sus redes sociales, y ni te lo crees: besos y abrazos para los novios, grupos de amigos sin ningún tipo de distanciamiento social, todos bailando y saltando, agitando las servilletas como si fuesen ventiladores. Bueno, que tal vez eso haya servido para mover un poquito el aire y tal. Pero a mí no me digas que eso no es burlarse del resto de la humanidad. Que estamos aquí confinados, haciendo nuestro mejor esfuerzo, y a estos pijos de la alta sociedad (y no tanto, que hasta la ex de David Bisbal, Elena Tablada, estaba invitada) se la suda que del otro lado del muro nos estemos cayendo como moscas por el bicho este.

Si hasta los funcionarios los apañan, tú fijate. “No tiene ningún sentido que sigamos insistiendo en algo que todos sabemos. Quien no cumple las normas de prevención, sabe que no las está cumpliendo. Puedo entender que estamos en el ámbito de una boda. La gente se siente feliz y el amor fluye”, osó decir, resignado, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, intentando justificar lo injustificable. ¿El amor fluye? Tío, que tú no estás bien. Que el amor fluya es otra cosa. Esto es puro desdén por la salud pública.

Por suerte, la repercusión de estas imágenes entre los madrileños ha sido tan abrumadora que la Comunidad de Madrid, por pedido de la Dirección General de Salud Pública, no ha tenido más remedio que informar a la Policía Municipal para que investigue los detalles de la celebración, a ver si es que le cabe algún delito a quienes la han organizado y llevado adelante. Vamos, polis, que yo no estoy bien del tarro, pero no hay que ser muy lumbreras para saber que la mascarilla es obligatoria, y que no se puede bailar ni amontonar a tanta gente en un lugar cerrado.

El Casino ya ha salido a dar su versión de la historia. En un comunicado, han asegurado cumplir con todas las medidas de seguridad, y ahí nomás le han pasado la pelota a la cadena hotelera NH, de quien habría estado a cargo la fiesta, aparentemente. “Aunque las imágenes emitidas en diversos medios apuntan al incumplimiento de las normas sanitarias previstas por parte de algunos de los asistentes, queremos trasladarles que hemos pedido explicaciones a los responsables de NH quienes nos han garantizado que han cumplido estrictamente los protocolos establecidos, tal y como vienen haciendo habitualmente”. Poncio Pilatos, tío, y a otra cosa, que aquí nunca levantar la mano y decir “Vaya, me he confundido, ya no lo vuelvo a hacer”, no, qué va. Aquí la que vale es mirar para otro lado y a otra cosa.

El lunes ha salido a hablar del tema la Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid, y ha asegurado que lo ocurrido en el casino “no se puede volver a repetir”. Joder, cariño, ¡si es la segunda vez que ocurre en el mismo sitio! ¿Tú te acuerdas, diario, del fiestón que tuvo lugar en octubre del año pasado? Ministros y empresarios a cara limpia, posando para las cámaras como si nada, cuando aquí nos estaba pegando de lleno la segunda ola de esta covid que ya me tiene hasta la coronilla.  

Bueno, pues se ve que estos tíos del Casino se echan una fiesta con cada ola. Yo sólo espero que, si viene una cuarta, los tape, los revuelque y los deje trasero al sol.

¡Hasta mañana, querido diario! Que descanses. Te quiere, Maggie.

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