La sociedad española, indefensa

Un llamado “feminismo”  mal entendido, peor interpretado y esquizofrénicamente aplicado, no deja apenas espacio para el conocimiento del maltrato familiar que se comete continuamente.

Golpes con palos, vejaciones y obligada a casarse a la fuerza han sido las pesadillas de una menor en Baleares.

A pesar de todo ello, su madrastra no ha sido detenida porque tiene “otros menores a su cargo” y el padre está en libertad condicional por “malos tratos físicos y psicológicos”.

Se puede decir de forma evidente, que “el mundo está al revés”: Ni el padre de la menor debería estar en libertad condicional, ni la madre podría seguir teniendo a otros cuatro menores a su cargo.

Todo ello constituyen sucesivos  disparates de las decisiones de las Juntas de tratamiento penitenciario y de los “criterios” judiciales.

Ante este desaguisado es evidente que las Instituciones Públicas fallan, tanto porque hay tan diversas resoluciones como Jueces hay, como errores incomprensibles en las decisiones de las Juntas de Tratamiento Penitenciario.

Crasos errores de Jueces y de miembros de las Juntas de Tratamientos que en multitud de ocasiones tendrían que dar lugar a explicaciones y, en sus casos, a la incoación de expedientes disciplinarios.

Nada de lo ocurrido en Baleares con esta menor de 16 años tiene sentido alguno y es prueba evidente del nefasto funcionamiento de muchas de las instituciones y ello provoca alarma social:

Gran parte de la sociedad se pregunta  ¡¡¡ en manos de quién estamos!!!

Las irregularidades en las decisiones y resoluciones en dichos ámbitos se suceden, sin que exista por su parte el menor atisbo de reflexión sobre su responsabilidad en cada resolución.

¿Qué ha ocurrido con los “criterios” del Juez del Juzgado de Getafe que ha puesto en libertad al peligroso delincuente conocido como “La bestia de Parla”, teniendo en su  haber una veintena de arrestos, y ante la estupefacción  del propio CSIF de Valdemoro?

La Justicia, los jueces, los responsables penitenciarios, no son independientes por su propia naturaleza humana  y sus criterios pueden  estar  condicionados, en sus casos, por sus manías, ideologías, momentos o arrebatos mentales, etc., y deberían ser ellos mismos quienes pusieran límites y frenos a tantas decisiones descabelladas y, en sus caso, inhibirse.

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