¿»Generación» 15M?

Comunismo y fascismo, por orden alfabético, los aprovechan los dictadores, de uno y otro signo, en las situaciones de crisis socioeconómicas de los países con gobiernos débiles, para extender sus demagógicos mensajes a esos seguidores que, encontrándose en la penuria económica y sin horizonte alguno, necesitan oír las promesas de “conquistar el cielo” que contienen esas arengas de comunistas y fascistas, que les dedican a sabiendas de que son falsas por imposibles. 

Lo que ocurre es que, con esas arengas, comunistas y fascistas, pretenden conseguir el voto de los más necesitados para conseguir sus propios fines y privilegios.

Comunismo y fascismo para esos seguidores enardecidos que les escucha y les vota confiando en que esos sueños que les prometen se hagan realidad, pudiendo salir de la miseria que les atenaza. Lo que no les dicen comunistas y fascistas es que ese “cielo” que quieren alcanzar es el suyo, el de comunistas y fascistas, no el de esos seguidores que les oyen y les votan crédulos de esa “buena nueva”.

Comunistas y fascistas se enriquecen de esos seguidores a los que “manejan” hábilmente aprovechándose de su situación de necesidad. Con sus votos consiguen esos privilegios que han criticado, en las mismas Instituciones a las que ellos mismos han censurado. Llevan la incoherencia, el engaño y la estafa, por bandera.

Esa y no otra, es la travesía realizada en España por Pablo Iglesias debidamente financiado por la dictadura venezolana e Irán, para introducir en España el comunismo en versión venezolana.

Esa travesía la inició Pablo Iglesias en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, valiéndose de su puesto de profesorcito y seguido por las asociaciones de estudiantes proclives a sus desmanes y que confiaron en él, utilizando sus aulas para propagar sus falsedades, su repetitivo guion, lo que sus fervientes seguidores querían oír. Todo lo tenía muy pensado, muy montado y financiado. Él iba a lo suyo.

Sus aulas fueron testigos de los escraches y censura propios del comunismo, en cumplimiento de sus deseos y del mandato de Maduro, pero en esa travesía fue olvidándose de sus propios principios y la transparencia, los límites salariales, la duplicidad de mandatos, la prohibición de que ambos cónyuges se sienten en el órgano rector de la misma institución, lo de “compañeros y compañeras”, peligrosos chalets- casoplones, Vallecas, sueldos de los políticos, duplicidades de cargos y comisiones y tantísimos otros, fueron al trastero.  Hasta la propia coleta dejó de ser símbolo de una rebeldía ignorante y utilizada en beneficio propio.

El 15M fue un invento de Pablo Iglesias para su “carrera” política y su enriquecimiento personal, pero ni siquiera sus fervientes seguidores supieron verlo.

El 15M no fue ningún movimiento generacional y hoy en día los propios de Pablo Iglesias reconocen que el “invento” ha muerto. Unos salen colocados, de momento, como la Vicepresidenta Tercera, Yolanda Díaz que, siendo comunista, ya ha cambiado de estilo hacia lo burgués y liberal porque “tira mucho”, y es que: Comunismo para el pueblo, no para ellos.  

Y no fue ningún movimiento generacional porque una enorme parte de esa generación nunca se dejó embaucar por los mensajes falsos, demagógicos y trasnochados de Pablo Iglesias. Que los medios de comunicación afines a este esperpento no traten de confundir a su audiencia y lectores.

Pablo Iglesias vio la oportunidad de aprovecharse de un psicópata con una obsesión patológica por el poder y se pasó de frenada porque nunca encontró su lugar, porque nunca lo tuvo.

Y cuando Pablo Iglesias se vio descubierto, cuando el electorado vio la oportunidad de rebelarse en las urnas contra la dictadura del psicópata y de Iglesias, Pablo Iglesias salió huyendo, pero con las alforjas bien llenas y secretos de Estado que era para lo que había venido.

Ese fue “el cielo” que prometió Iglesias a sus huestes. De movimiento generacional, nada de nada.

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