Diario pandémico. 1 de febrero de 2021

dubai

Querido diario:

Acaba de comenzar febrero, y ya estoy planeando hacerme un viajecito. Es que la pandemia me tiene aburrida: tanto confinamiento, desconfinamiento, toque de queda, represión policial, compras sanitarias con sobreprecio, políticos que se saltan las filas para vacunarse antes que los médicos (ya te contaré sobre esto, vas a troncharte de la risa)… Ya no sé con qué entretenerme.

La cosa es que he visto en la TV un plan súper tentador: un viaje “all inclusive” para mayores de 65 años a Dubái, con estancia en hotel de 7 estrellas y todo. Pero espera, espera, que aquí viene la mejor parte: apenas cruzas Migraciones (luego de un vuelo de lujo en primera clase, por supuesto), te llevan a una clínica privada y te chutan la primera dosis de la Pfizer o la Sinopharm (si pudiera elegir, me quedaría con la primera, pues con los chinos nunca se sabe, tal vez me meten otro bicho ahí dentro, murciélago mediante, y ya no cuento el cuento).

Luego, te trasladan a una de esas estancias súper majas con retretes de oro y tal, no vaya a ser cosa que mis desperdicios toquen la cerámica de los mundanos inodoros españoles. Allí pasarás los siguientes 21 días, a puro caviar y excentridades.

Yo ya me he hecho una “Bucket list”, porque mujer precavida vale por dos. Sé con seguridad que me apostaré unos pavos en las carreras de camellos (¿sabías que los jockeys son robots teledirigidos? Joder, ni para eso se arremangan los dubaitíes). También tengo planeado cometer algún delito menor, tal vez ir con un escote bien atrevido a alguna mezquita (que estoy vieja pero turgente, oye), o insultar a algún transeúnte que se vea ofuscado por naturaleza (aunque no lo creas, ¡serías multado si lo haces!), sólo para que me lleve la Policía en uno de BMWs o Ferraris que tienen aparcados frente a comisaría. Imagínate a nuestros polis montados en uno de esos. Menudas multas les llegarían. Es posible que también intente seducir a algún jeque, a ver si ligo un lindo regalillo. Me conformaría con tocar a alguno de sus tigres, que me han contado que son más comunes que los gatos en España.

Bueno, que me he desviado de la historia. La cuestión es que una vez pasados esas 3 semanas, ya estás lista para meterte la segunda dosis de la vacuna. Y ahí nomás te vuelves en primera clase a casa.

Estoy teniendo problemas para juntar el dinero, eso sí hay que decirlo. 48 mil euros cuesta todo el baile. Pero bueno, tío, que vale la pena el gasto, ¿verdad? Será cuestión de tomar una segunda hipoteca, o quizás vender a mi hija a alguno de los jeques, y con los camellos que me dé en parte de pago armar unas carrerillas con jinetes de carne y hueso allí en Dubái, que eso seguro que los sorprende. Joder, me voy a llenar de oro.

También está la cuestión de que no soy parte del club privado británico “Knightsbridge Circle”, que es requisito fundamental para poder pegar el viaje, ya que son ellos quienes organizan la fiesta. La membresía anual vale 28 mil euros, y ahí sí que ya no sabría de dónde sacar los billetes. Capaz le pido unos morlacos a Leo Messi, que me he enterado que cobra 555 millones, hostias, que podría regalarme un resto para cumplir mi sueño sanitario.

Bueno, pues que esto va a traer cola. Ya vas a ver cómo los ofendidos comienzan a desfilar su moralismo en la TV. El otro día, de hecho, ya he oído al Presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, quejándose en vivo de este tipo de turismo de lujo… Pues yo no sé de qué va su discurso, si él con 78 años ya podría ir sacando el pasaporte…

¡Hasta mañana, querido diario! Qué descanses. Te quiere, Maggie.

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