Con la casa a cuestas

casa

El derecho a una vivienda digna concentra una parte del debate político. A los españoles de a pie, sin embargo, la demagogia nos da repelús, porque en este embrollo siempre pierden los mismos. Algunas veces parece que la opción es ‘okupar’ o que te ‘okupen’. A alguien se le ha ido de las leyes este problema.

Tal vez sea algo tan sencillo como la propiedad privada. ¿Es inviolable, o no? ¿Qué gobernante se hace merecedor de decidir qué debemos hacer con nuestra vivienda en propiedad? ¿Fue de él el sacrificio de comprarla, arreglarla, mejorarla, tenerla a día en el pago de hipoteca, impuestos…? Si ya no vivimos en ella, o si fue heredada de nuestros padres, eso no da derecho a nadie a disponer de ella. La disposición es nuestra, mientras Hacienda nos reclama puntualmente el IBI y está al día para pasarnos lo que ahorramos a través de la comunidad de vecinos y el ayuntamiento nos pasa religiosamente los impuestos municipales. O volvemos a la doble moral del tabaco, de prohibido fumar, pero págame el 80% de impuestos de la cajetilla que compras.

Y si te la ocupan, prepárate a pasar un calvario, donde todos miran para otro lado, mientras te la destrozan. Pasarán varios años hasta que puedas recuperarla, sin poder cortar la luz, el agua, el gas, ni dejar de pagar la comunidad, impuestos municipales ni el bombín de la puerta. Pero esos gastos no desgravan ni en el concepto de donaciones.

Si te libras de la ocupación y los grandes mentores de la ciudad ven que está vacía, habrá que empezar a prepararse para que no “jueguen” contigo. Y si la quieres alquilar ten por seguro que no vas a tener la última palabra. Para dar el derecho a unos, se le quitan a otros, y en una sociedad democrática, de libre mercado, vamos en la dirección política de que tener derecho sobre una propiedad inmobiliaria es menor derecho que el que aspira a tenerla.

Si optas por venderla para quitarte de todos los problemas que se avecinan, los problemas son otros, pero no dejan de ser problemas. Los hábitos y usos han cambiado. Ya no se puede pasear por las calles en las que nos gustaría vivir en busca de carteles de “Se vende”. Imposible ponerlos porque se han convertido en un anuncio de neón para los ‘okupas’.

De esta forma se han ido apoderando las inmobiliarias del mercado. Ahora son ellas las que tienen la sartén por el mango. Donde antes había sucursales bancarias ahora hay agencias inmobiliarias. Ellas son las que fijan el valor del mercado, aunque lo niegan. Siempre desinflan las aspiraciones de venta y encima por realizar 10, 20 ó 30 visitas se llevan un 10% de la venta o un precio de antemano fijado que suele rondar los 6.000 euros como mínimo. Depende del valor del piso.

Ellos son ahora los intermediarios entre el que quiere vender y el que quiere comprar. Unos y otros pasan por su oficina y conociendo los objetivos de cada cual, no es muy complicado “casar” unos deseos con otros. Para dar un poco más de seriedad al asunto, te presentan una primera oferta del comprador que, desde luego, siempre es más baja. E intentan convencerte de que bajes, hasta el extremo de preguntarte quién paga la comisión de venta… El comprador cede, el vendedor cede, y ya está. Venta realizada y por esas gestiones, como mínimo 6.000 euros. No está nada mal el negocio del intermediario. Luego llegará el Ayuntamiento reclamando sus plusvalías, y Hacienda su impuesto sobre el patrimonio, y al final piensas que si no te la ocupan, las Administraciones te ‘desocupan’ el importe por la que la has vendido. Ese también es el derecho a la propiedad privada.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *