Aberraciones lingüísticas

Riccardo Muti dice que en este mundo que le ha tocado vivir, “todo declina”.

“Que se pare el mundo que me bajo”, viene a decir Riccardo Muti.  Nació en 1.950 y asistió a la escuela secundaria en la que el Profesor era respetado y los alumnos aprendían educación y disciplina. Ahora, un Profesor corrige a un alumno y el Profesor resulta laminado. El Profesor suspende y la “autoridad competente”, aprueba. Ahora son los padres los que mandan en los centros educativos y dirigen las clases. Ahora los alumnos denuncian a los Profesores y éstos se ven obligados a aprobar sin estar el alumno preparado para ello. Esto es lo conocido por “progresía”. Esta es la generalidad.

De esto, son responsables los padres, no los alumnos. La educación y la formación empiezan en cada familia.

La enseñanza, la formación, en su generalidad, es inexistente. El Profesor “se la juega“ a diario con padres y alumnos, porque una generalidad de padres solo entienden que  sus hijos son los “más listos, inteligentes  y mejores deportistas” y, además, protestan porque sus “emblemáticos” hijos tienen un trabajo académico  excesivo y necesitan “vivir la vida y esparcimiento”.  ¿Saben muchos de esos padres de hoy lo que es un trabajo excesivo?, ¿han mirado esos padres las vidas de sus padres o abuelos?

Recientemente un Periodista le pedía a un joven que le dijera algún autor de la “generación del 27” y el joven contestaba que “no hay ningún autor porque estamos en 2.021, y el 27 no ha llegado”. Suena a chiste, pero la respuesta es una realidad muy indicativa y amarga para gran parte de las actuales generaciones. 

En la actualidad y en general, los jóvenes no saben lo que es una vocación, no saben lo que es investigar en una biblioteca, no saben estudiar. No tienen exigencia alguna y ello se corresponde con que no tienen sentido alguno de la responsabilidad, ni individual ni social, porque ellos solo “viven, que es lo suyo y lo que les corresponde”.

Y en esta situación, en este contexto de catástrofe educacional y formativa, surgen   “la jovena”, “la miembra”,  “la justicia feminista”,”la matria, “la portavoza”, el “centro de masculinidades”, los “elles”, la “fiscala”, la “médica” y un sin fin aberraciones lingüísticas con las que nos “ilustra” esa progresía del lenguaje inclusivo, debido a su absoluta ignorancia de lo que es el lenguaje. Qué atrevida y temeraria es la ignorancia.

Y es que esa progresía, es una dictadura.

Hélèn Carrère d’ Encausse, miembro de la Academia de la Lengua Francesa, condena el lenguaje inclusivo: “Manipular el lenguaje es de regímenes totalitarios, de dictaduras“.

En base al informe de esta “guardiana” vocacional del leguaje y del idioma, el Ministerio de Educación de Francia prohibió en las escuelas el desdoblamiento artificial de las palabras: “El régimen soviético manipuló la lengua, el régimen nazi, también.”

La manipulación de las lenguas por motivos ideológicos constituye un error absoluto, que solo la ignorancia se permite por una obcecación mental, que necesita tratamiento psiquiátrico.

D’Encausse tiene sangre rusa y en la revolución bolchevique sus abuelos huyeron instalándose en Francia y fue en Francia donde nació la académica de la lengua francesa, que adoptó la nacionalidad del país que la acogió cuando cumplió la mayoría de edad, porque quiso que fuera “un acto de voluntad”.

Que el sexismo altere el idioma es una aberración inclusiva de la lengua, en este caso  la española. Una defensa y más contundente se espera de la Real Academia de la Lengua Española contra estos atropellos “pseudo” lingüísticos.

Los promotores proponen y ya practican la feminización de todos los oficios y profesiones, cargos, títulos y funciones, con el ignorante argumento de que así se promueve la igualdad  entre el varón y la mujer, pero su ignorancia les impide saber que no es el voluntarismo político idiomático deformante lo que determina la igualdad de sexos. Esto ya está muy superado en todos los países del entorno de España, lo que ocurre es que los gobernantes de esos países no adolecen de la ignorancia e incultura de los gobernantes españoles.  

El desdoblamiento de las terminaciones de las palabras para incluir el femenino, “actor.triz”, “auditor.ra”, “fiscal,la”, médico.ca” fontanero.a” hace imposible la lectura y lleva a extremos esperpénticos como “ electricisto.a”.

Y no solo resulta ilegible, es que este sistema agrava las dificultades del aprendizaje de muchos niños al confundir las reglas de expresión oral y escrita y esto tiene como resultado una mayor desigualdad en esos niños, lo que provoca su exclusión académica y, por consiguiente, social. Lo contrario de lo que se reclama.

La lengua evoluciona, pero tiene constantes. Cuando se lee una palabra detrás hay un concepto y si se ponen variantes a la palabra, se hace imposible su comprensión. Solo a una mente enfermiza e ignorante se le puede ocurrir estos desdoblamientos.

La ideología no afecta al lenguaje, salvo en una dictadura y ese, entre otros, es el caso de España.

La lengua contiene tradición y práctica y al imponer los dictadores una reforma inmediata de la grafía, violentan los ritmos de la evolución del lenguaje. Un “corsé doctrinario”, es el que persigue regular así la práctica de la comunicación oral y escrita.  Ese “corsé”, es una dictadura.

Al pretender que existe una correlación entre el género de los vocablos y el sexo de sus referentes, los promotores del “lenguaje inclusivo” demuestran ignorancia de las reglas del género gramatical, en el que el masculino y el femenino no se corresponden sistemáticamente con las categorías sexuales.

Si se cree que “equipo“ corresponde al género masculino y  “equipa” al femenino, es un ejemplo típico, entre otros muchos, del ridículo que hacen los promotores de la “escuela” y el “escuelo”, con las consecuencias que conlleva para la sociedad  esa ignorancia.  Para ser gobernante es necesario algo más que ser nacional y mayor de edad.

El disparate y el ridículo son la regla común de esa “progresía”, pero esa llamada “progresía” no tienen concepto del disparate ni del ridículo.

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