El recién nombrado presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, estrena presidencia entre otras decisiones con la congelación de la venta de armas a Emiratos Árabes Unidos comprometida por el expresidente Donald Trump.
Tras la derrota electoral del pasado mes de noviembre Trump acordó la venta de armamento a sus socios del Golfo Pérsico por valor superior a 23.000 millones de dólares. En dicho acuerdo se incluían cazabombarderos F-35, siendo Emirato el primer país árabe en hacerse con estos modelos de aviación de combate, además de drones armados, misiles Hellfire, misiles de medio alcance y en torno a 10.000 millones de dólares en munición.
No es Emiratos Árabes el único país del Golfo con el que se ha acordado la venta de armas de semejante calibre en los últimos meses de gobierno de Donald Trump. Arabia Saudí también firmó acuerdos de compra a Estados Unidos por valor de 290 millones de dólares. El acuerdo con ambos países se dio en noviembre y diciembre respectivamente, después de que el Congreso se había opuesto a la venta de armas a países del Golfo por considerarlo un peligro para la seguridad internacional.
Las justificaciones emitidas por la nueva Administración norteamericana apuntan a que se trata de una acción rutinaria y habitual que consistirá en una revisión dura y firme de dichas operaciones. Una vez completada la revisión, el Gobierno decidirá si da el visto o bueno los cancela definitivamente, según ha comunicado el nuevo Secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken.
La polémica de la venta de armas surge tras la denuncia de numerosas organizaciones internacionales y de Naciones Unidas por las graves violaciones de Derechos Humanos cometidas en Yemen por parte de ejércitos o grupos afines a Emiratos Árabes y Arabia Saudí. La contienda está causando una de las mayores catástrofes humanitarias internacionales con la terrible cifra de más de 100.000 muertes, y a un 80% de la población civil en la más absoluta miseria, habiéndose hecho conocidas a nivel global las imágenes de niños yemeníes desnutridos.
La administración Trump se había mostrado completamente indiferente sobre las consecuencias de alimentar armamentísticamente una región dominada por el conflicto geopolítico, la violencia sectaria y la miseria generalizada. Sin embargo, en la campaña electoral de Joe Biden se hizo alusión a la necesidad de frenar la venta de armas a los países aliados como elemento clave para detener la guerra en Yemen, y sus dramáticas consecuencias humanitarias. Desde los entornos del Partido Demócrata existe una palpable intención de que las armas vendidas no se utilicen directamente en la guerra en Yemen.
Esta venta de armas se había producido cuando bajo el clamor de la amenaza iraní se aceleraron los procesos sin pasar por el Congreso, como se ha hecho habitualmente, y Emiratos ha conseguido acceder a los cazas en buena parte por la normalización de las relaciones de paz con Israel.
La detención de venta de armamento no ha sido tampoco la única medida que ha tomado el gobierno. El nuevo secretario de Estado ha anunciado también la revisión a las sanciones impuestas por la Administración Trump al grupo rebelde de los Hutíes que forma parte activa de la guerra en Yemen. Pese a que los Hutíes están considerados como grupo terrorista y han sido igualmente acusados de haber perpetrado enormes violaciones contra los Derechos Humanos en la guerra, admite que la política de bloqueo tomada por Trump ha tenido como única consecuencia una mayor desangre de la situación política y humanitaria en Yemen. Esta decisión supone también la apertura a un posible giro en las relaciones con Irán, principal aliado de los Hutíes en Yemen.