Los recientes datos de matriculaciones del pasado mes de enero, con una caída histórica de más del 51% ha puesto al sector en armas contra el impuesto de matriculación, incrementado desde el pasado 1 de enero. Todas las asociaciones (de fabricantes, vendedores y concesionarios) aseguran que el impuesto (basado en las emisiones de CO2), que aplica el protocolo WLTP, ha incrementado el precio final de los coches una media de 1.000 euros.
No vivimos tiempos para derrochar. Y la compra de un vehículo es la segunda más importante, por su cuantía, después de una vivienda en la mayoría de los hogares. Hablar del protocolo de emisiones WLTP (Procedimiento Mundial Armonizado para Ensayos de Vehículos Ligeros) puede sonar a chino, pero lo cierto es que las nuevas exigencias para frenar el cambio climático, unido al “dieselgate” obligó a su implantación. España ha tardado más de dos años en hacerlo efectivo.
Todo comenzó en 2015 con el escándalo del “dieselgate”. En Estados Unidos se detectó que algunos modelos de Volkswagen llevaban un software para engañar al test de emisiones realizado en los laboratorios. Luego se descubrió que en algunos modelos de Audi también ocurría. Al final, entonaron su “mea culpa”, rodó la cabeza de algún directivo y se pagaron multas a los usuarios engañados. En España, sin ir más lejos, el año pasado Audi aceptó pagar 3.000 euros a quienes habían comprado alguno de sus modelos “tramposos”.
Ante este problema, la Unión Europea buscó una solución para que no volviera a ocurrir. De esta forma surgió el protocolo de emisiones WLTP, nuevo método para evaluar la contaminación de todos los vehículos que se fabrican y se aplica a todas las certificaciones y homologaciones, que entró en vigor el 1 de septiembre de 2018. Venía a sustituir al protocolo ENDC (New European Driving Cycle), un modelo menos eficaz que se puso en marcha en 1997 para que el sector pudiera dar respuesta al Protocolo de Kioto. Su objetivo, entonces, era vender más coches diésel menos contaminantes, hasta el extremo que se convirtieron en la estrella del mercado con el paso de los años.
Con la llegada del WLPT se ha demostrado que el modelo ENDC proporcionaba datos irreales, mientras los fabricantes buscaban fórmulas para lograr mejores mediciones con ese protocolo. El nuevo protocolo con el que comprobar el nivel contaminante de cualquier vehículo incluye pruebas de laboratorio con pruebas dinámicas; la prueba debe durar 30 minutos; recorrer 23,25 kilómetros; un recorrido en cuatro fases de conducción: 52% urbano, 48% en carretera con velocidades elevadas; la velocidad media a la que se realiza la prueba es de 46,5 km/h y la velocidad máxima de 131 km/h; y se analizan también los extras de cada modelo, así como la gestión del cambio de marchas manual.
Sus criterios son más exigentes, como lo demuestra el hecho que muchos modelos que antes declaraban realizar emisiones por debajo de los 120 g/km, resulta que con el nuevo protocolo su emisión real es entre un 20% y un 30% superior.
En España se aplican exenciones al impuesto de matriculación en función de las emisiones de dióxido de carbono. Aquellos que emitan por debajo de los 120g/km están exentos de pagar este impuesto. Este baremo no cambia con la entrada en vigor del nuevo protocolo, por lo que si antes del WLPT alrededor del 70% de los coches que se vendían no pagaban el impuesto, con su puesta en vigor será cerca del 70% los que tengan que pagarlo. Visto en casos prácticos, un vehículo que emita más del máximo exento con un PVP de 20.000 euros, deberá pagar unos 1.000 euros más, y ese incremento irá aumentando en la misma proporción que el precio del vehículo.
Pero la modificación en fábrica de los componentes y la tecnología para reducir las emisiones de CO2 traerá un encarecimiento de los vehículos, lo que también terminará repercutiendo en el precio de venta al público (PVP). Sin embargo, serán los vehículos de más baja gama los que más notarán el incremento del precio, ya que cualquier modificación que se introduzca para mejorar sus sistemas de emisiones elevará el coste de forma más significativa.