Los domingos en el Rastro se han vuelto una tradición de centenares de años que comparten numerosas familias. Este mercadillo es un sello de la cultura, las tradiciones, los colores, y el encanto de Madrid con más de 250 años de historia.
El origen de El Rastro se remonta al siglo XVIII en el Barrio de Lavapiés. La Ribera de Curtidores, la Plaza del Campillo del Nuevo Mundo, la del Cascorro, son algunos de los lugares que prestan sus espacios para darle vida a este inmenso mercado al aire libre ubicado en pleno centro de la capital española.
Lo que antes era el «Matadero de la Villa», se convirtió en el espacio utilizado por miles de comerciantes que se dedican a vender todo tipo de productos, ropa, calzado, libros, muebles, joyas, productos artesanales, antigüedades, entre otros.
El Rastro está abierto desde las 9 de la mañana hasta las 3 de la tarde, los domingos y festivos únicamente, y en él se pueden ver incontables artículos, tanto en tiendas como en puestos organizados, uno junto a otro.
Las familias de El Rastro
Miles son las personas que aman este lugar y que lo comparten en familia desde siempre. La presencia y esencia de El Rastro está fuertemente arraigada tanto en sus trabajadores como en sus visitantes, que defienden a capa y espada el lugar, su historia, su calidad, su ambiente.
Un ejemplo de ello es Alejandra Seijas, fotógrafa madrileña profesional, que desde hace 5 años dedica un espacio importante de su vida y de su talento, para mostrar la relevancia y originalidad de este antiguo mercadillo, captando cada rincón y cada detalle con la lente de su cámara, realizando crónicas, guías, reseñas de El Rastro y su gente, y compartiéndolas a través de su cuenta de Instagram @todorastro con miles seguidores.
«Desde pequeña iba con mis padres a El Rastro y ya me encantaba. Recuerdo que también me gustaba mucho de adolescente, iba con mis amigas a comprar ropa de segunda mano. Ya desde hace años, los domingos son sinónimo de El Rastro para mi. Me encanta el ambiente, es algo que no ves en un centro comercial (…) Me gusta mucho el valor que tienen las cosas que han pasado antes por otras manos y que puedes encontrar allí», comentó la joven para El Ejemplar.
Asimismo, gente de todo el mundo llega interesada a conocer el pintoresco mercadillo. María Luisa Nunes, mujer de nacionalidad portuguesa radicada en Madrid desde hace 10 años, comentó que una de los primeros lugares que visitó al emigrar fue El Rastro.
«Siempre me han gustado las antigüedades, por eso aprecio mucho todo lo que puedes encontrar aquí. Bolsos, artesanías, libros… además todo barato y en buen estado», dijo Luisa contenta, mientras paseaba por los puestos con su hija.
Venciendo dificultades una a una
Con la pandemia del 2020, El Rastro también se vio afectado y tuvo que permanecer cerrado por varios meses, lo que significó un golpe duro para sus vendedores y su público.
Desde los primeros meses del Coronavirus hasta mediados de noviembre, permaneció suspendido el evento acostumbrado de cada domingo y festivo.
Luego de numerosas manifestaciones organizadas por la «Asociación Cultural del Rastro Punto Es», respaldadas por los trabajadores y por muchos madrileños, pudo llegarse a un consenso y El Rastro pudo volver a arrancar, pero esta vez con un 50% de aforo, con nuevas normas de seguridad, con menos aforo del habitual y con resguardo policial.
«El sector más afectado fue el de los vendedores deambulantes», dijo Juan Emilio, quien desde hace años monta su puesto de segunda mano y que con la pandemia tuvo que ausentarse por meses. «Las autoridades no nos prestan atención, pero aquí seguimos haciendo lo que podemos», aseguró.
Aunque es «Patrimonio Cultural del Pueblo de Madrid», El Rastro sigue en una constante lucha contra las adversidades y dificultades que se presentan. El descuido de los espacios públicos en los que se sitúa, el deterioro de las calles que dificultan el trabajo, la falta de cooperación con los trabajadores del mercado, son algunas de las circunstancias que reflejan la invisibilización y falta de apoyo por parte de las autoridades al mercadillo. Un hecho lamentable.
Nuevos comienzos con El Rastro
Aún así, esto no ha sido impedimento para las personas que siguen en sus locales comerciales que han pasado de generación en generación, en sus puestos al aire libre con décadas de historia, abriendo cada vez que se les permite.
Una muestra clara de perseverancia, son Milena y Almudena, dos jóvenes emprendedoras que, en la famosa Plaza del Cascorro, pudieron demostrar su talento y creatividad, e inauguraron una tienda original, única y embelesadora, Almi Street https://www.instagram.com/almistreet20/.
«Abrimos en plena pandemia, y pudimos. ¡Aquí estamos!», comentó Milena para El Ejemplar desde el mostrador de su tienda donde pueden hallarse accesorios, ropa, complementos, productos hechos a mano y también personalizados.
Una alternativa moderna y económica
Y es que El Rastro está hecho para todos. También permite a los fanáticos de la moda adquirir piezas únicas a un precio muy económico, lo que lo vuelve una oportunidad para poder comprar ropa bonita y en buen estado sin tener que gastar demasiado.
«¿Ves este abrigo? Pues lo he conseguido buscando en el montón que están sobre aquella mesa», dijo Irene Santos, una compradora mientras exhibía su más reciente adquisición. Ella como muchas otras personas, se definen a sí mismos como «adictos al rastro».
Un espacio para todos
El Rastro es un lugar para encontrar cualquier objeto que pueda venirse a la mente. Desde un libro clásico a un mueble rústico antiguo, desde un abrigo de piel a discos de vinilo, desde muñecas de porcelana a cómics de antaño. La cuestión es buscar, dedicarle tiempo y deleitarte con la variedad de objetos que allí se encuentran.
El mercadillo es vistoso, único, inquietante y mágico. Es apto para todo público. Tiene aguerridos defensores, voceros incansables, amantes fieles.
Al visitar Madrid, es casi una obligación conocer este lugar que ha sido fuente de inspiración para muchos, al que se le han dedicado canciones, poemas, pinturas, que ha servido de escenario para obras cinematográficas, etc.
Merece la pena hablar de él y darlo a conocer a los que aún no han tenido la oportunidad de visitarlo.
Excelente artículo, la historia detrás del mercado que nos regala cada domingo deleitarnos entra antigüedades y artículos usados y en buen estado a precios solidarios.
Todavía no he tenido la oportunidad de ir al rastro de Madrid, ahora me quedo con muchas más ganas
Otro lugar más que conocer en Madrid. Me vuelve loca solo ver las fotografías y la descripción de esta nota. Ya quiero ir!! Mágico, como allí dice, ojalá resuelvan las «adversidades» que bien lo vale lugar tan especial.