Las pantallas perjudican el cerebro de nuestros hijos

pantallas digitales

El hecho de que nuestros hijos sean nativos digitales no significa que hayan evolucionado para mejor en nuestra especie. Al contrario, les estamos dañando. Además de los padres, cada vez más maestros, logopedas y pediatras detectan este daño en el infante con síntomas como incapacidad para quedarse quieto en el sitio, de concentración, de control de emociones, de retención de una lectura de 10 líneas o de dominar las bases fundamentales del lenguaje.

Problemas de lenguaje

Desde que nacemos, nuestro cerebro capta mejor la atención de las voces y rostros que cualquier otro estímulo visual o auditivo. Sea la edad que sea, el cerebro reacciona con mayor intensidad ante la presencia de una persona física que la misma grabada en un vídeo. Las pantallas digitales hacen que cada vez interactuemos personalmente en menor medida, siendo que un niño de 18 meses se pierde 52 minutos de intercambio con sus padres, 45 minutos cuando el niño tiene 4 años y 23 minutos a los 12 años. En total, a los 12 años ese niño ha perdido 2.500 minutos de interacción, o lo que es lo mismo, 3 años lectivos. Esta pérdida de interacción, también es causada por los padres, no sólo por los hijos. Cuando los padres están pegados a los smartphones, están perdiendo esa interacción.

En este desarrollo, estudios han demostrado que cuanto más tiempo pase el niño delante de la pantalla, más probabilidades tiene de ir al logopeda. El motivo es que las pantallas roban el intercambio verbal entre adultos y niños. Mientras que bastan 2 ó 3 exposiciones con el adulto para aprender un vocablo (por ejemplo, el niño ve un cuenco y el papá dice “cuenco”), son decenas de veces las que debe de observar la misma secuencia en un vídeo para aprender el mismo vocablo. La gramática más elemental se aprende en la infancia, si no se tienen esas precauciones es muy probable que estos niños tengan que pasar por el médico. No sólo con el lenguaje, nuestro aprendizaje es por imitación y ésta se da en un intercambio físico de personas, no a través de pantallas.

Problemas de atención

Estudios demuestran que cuantos más estímulos externos tiene un niño en su infancia, más propenso a contraer el TDAH está. Actualmente, es muy difícil encontrar entornos sin ruido, tranquilos, pero es crucial en su desarrollo.

Pese al alarde del multitasking o multitarea y su capacidad de realizarlo por parte de los millenials (ver Netflix mientras haces los deberes), debemos tener en cuenta que nuestro cerebro sólo puede hacer una cosa y que el esfuerzo es altamente costos e ineficiente para nuestro cerebro.  El mismo problema lo sufren con los videojuegos. La incapacidad de concentración ante tantos estímulos se ve reflejada en los resultados académicos.

En definitiva, nuestro cerebro necesita silencio y tranquilidad para concentrarse. Los entornos de muchos estímulos (imágenes, sonidos y demandas diversas), son el caldo de cultivo de hiperactividad (TDAH), déficit de atención y adicciones.   

Problemas de sueño

Todos sabemos que el sueño es primordial. Del descanso depende la memoria, la atención diurna, el desarrollo cerebral, así como el control emocional, entre otros.

Estudios demuestran que las horas de sueño disminuyen por el consumo digital, el cual es de 3 horas en niños de 2 a 8 años, casi 5 horas entre los 8 y 12 años y casi 7 horas entre los 12 y 18 años. El problema es que la luz que emiten las pantallas digitales interfieren en la secreción de melatonina (hormona del sueño), lo cual hace que no sintamos tanto la sensación del cansancio.

En definitiva, concluimos en que la digitalización ha venido para transformar nuestra sociedad, pero no así nuestro organismo, quien no se puede adaptar a esta nueva era, todo lo contrario, sale perjudicado.  

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