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El cáncer cerebral y Michelle Monje

Indultos, amnistía, concesiones a dependentistas para poder permanecer en el poder, que no gobernar, porque ni sabe, ni le interesa, pero nada de ocuparse de las cosas del comer, de promover, estimular, apoyar a la Ciencia. Solo en mítines a su medida, arengando a su ganado,  diciéndole lo que su ganado quiere oír y prometiendo humo, mentiras que sabe que nunca cumplirá. Todo su comportamiento es  falso de “cara a la galería”.

Y mientras tanto, la Ciencia, la Tecnología, las Humanidades progresan “contra viento y marea” ante extremas dificultades de las que el dictador dista mucho de conocer porque solo le interesa el poder.

Progreso que se produce gracias a la vocación, dedicación y entrega de unos solitarios que sin ayuda de clase alguna de los contribuyentes porque los impuestos los maneja el dictador, esos solitarios hacen progresar a las Ciencias, experimentales y no experimentales, a las Tecnologías, a las Humanidades, por vocación y entrega al servicio de la sociedad.

Para los Estados Unidos, primera potencia mundial, la ayuda a las Ciencias es imprescindible, de ahí que sea continua la emigración de científicos, artistas, ingenieros españoles a países anglosajones y nórdicos, en los que las preocupaciones de sus respectivos gobiernos no son la búsqueda y compra  constante de votos para permanecer en el poder, sino el servicio a sus ciudadanos. Sus preocupaciones son la calidad de vida de sus conciudadanos y la sociedad. 

Y con estas preocupaciones de las “cosas del comer” y el progreso social, los  E.E. U.U. trabajan con Michelle Monje,  líder en la investigación sobre el cáncer cerebral.

Su amarga decepción e impotencia que sintió hace más de veinte años cuando vio a una niña de ocho años fallecer de un cáncer cerebral sin poder hacer nada fue lo que le empujó, siendo todavía estudiante a seguir el caso de esta niña, desde el inicio, durante el diagnóstico, hasta su fallecimiento.

Ese “fracaso” hizo que investigara para encontrar un tratamiento.

En la Universidad de Stanford (EE.UU.) fue líder mundial en el campo de los gliomas.

Este tipo de tumores, como el glioma difuso intrínseco de tronco, que definió la orientación de su carrera científico-médica, tienden a aparecer a edades determinadas y en zonas específicas del cerebro.

De ahí que Michelle Monje decidió que la investigación debería hacerse desde la Neurociencia. Algo había en el sistema nervioso y del cerebro ( “ojo clínico”) que no iba bien en esos casos y, de ahí, se podría iniciar el camino a la cura de esos enfermos.

Descubrió la “estratagema” utilizada por los tumores cerebrales para crecer y hacerse fuertes aprovechándose de la actividad cerebral. De esta forma el cáncer consigue integrarse en el sistema nervioso y “hackearlo” en lugar de dedicarse al aprendizaje y la memoria; las señales eléctricas cerebrales fortalecen el tumor.

La relación entre el sistema nervioso y el cáncer es  bidireccional y la neurociencia está cambiando la forma de tratamiento de los tumores. “Esta vía es nueva y prometedora”  (Michelle Monje ).

No cree Monje que romper estas interacciones entre el sistema nervioso y el cáncer sea suficiente, pero sí puede significar un componente de una combinación de terapias para que los tratamientos funcionen mejor.

La investigación avanza y, con ello, ilumina otra terapia.

El equipo de Michelle Monje descubrió que estos tumores no solo invaden el cerebro, sino que se integran en los circuitos nerviosos y por ello necesitan un tratamiento, un abordaje distinto.

Continúan los ensayos clínicos  en humanos y la cura se vislumbra en el horizonte.

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