Susana Díaz comete un error vital, al afirmar, por antena, ( Espejo Público, A3- 1 de Octubre ) que la mujer es dueña y libre de hacer con su cuerpo lo que desee, a la hora de abortar, sin tener en cuenta, que en el embarazo, desde la evidencia científica, el feto inicia su vida a partir de la concepción o fecundación, mediante la unión del esperma con el óvulo.
Es en este momento cuando nace un ser humano distinto, distinto de la mujer embarazada de ese feto. Podrá hacer lo que quiera con su cuerpo, pero no con ese feto que es un humano. En ese caso, no se trata de que la mujer pueda decidir con su cuerpo, si no que no puede decidir con otro cuerpo que es el feto.
La propaganda y legislación izquierdista, sin principios, ni valores, solo con la ideología e interés particular como objetivos, quiere vía libre para el acto sexual, sin riesgos ni responsabilidades, pero ha de tener en cuenta que, a partir de la concepción, hay vida e interrumpir un embarazo es interrumpir una vida, suprimir alevosamente la vida incipiente de un ser humano.
No se trata de la libertad de la mujer con su cuerpo, sino de la pretendida libertad de la mujer con un ser humano no nacido, de un cuerpo distinto al suyo.
El feto es un ser humano distinto de la mujer y de todos los seres humanos que existen, han existido y existirán.
Inadmisible la “soltura y frivolidad” e irresponsabilidad con que Susana Díaz ha soltado semejante barbaridad por la antena televisiva.
Por mucha libertad sexual sin responsabilidades, ni consecuencias que la izquierda política pretenda, la vida del feto tiene sus derechos, que son distintos de los de la mujer.
No se trata de que la mujer sea libre para hacer con su cuerpo, porque el feto es otro cuerpo, es un ser humano distinto al de la madre.
Existen excepciones que son absolutamente entendibles socialmente por toda persona con principios y valores como es la violación, la malformación, pero no vale con el embarazo no deseado, porque la irresponsabilidad de la gestante no tiene que “pagarla” el feto.
Hay que ser muy riguroso y nada frívolo, al hacer declaraciones públicas que pueden poner en peligro la vida de seres inocentes indefensos.
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